El oso Carlos jugaba con el oso Norman todas las tardes. Al mono Carlos le gustaba jugar con Norman porque siempre le ganaba. El oso corría alrededor de Norman, tan y tan rápido que hacía que este se cayera.
-Por favor ayúdame, no me puedo levantar-le explicó Norman.
-No seas perezoso- le gritaba el mono Carlos.
-No te hagas, levantate y alcanzame en casa- dijo Norman.
Carlos salió corriendo y se fue para su casa. Al ver que no llegaba su amigo decidió ir hasta su casa. Al llegar saludó a la madre de Carlos y le preguntó por Norman.
-Norman está lastimado y no puede salir- le dijo la madre.
-¿Qué le pasó?-preguntó Carlos.
-El tropezó con una piedra y se cayó-le explicó la madre.
-¡Qué se mejore, lo veré otro día! - le dijo el oso Carlos.
Después de dos semanas volvió a ver a Norman que jugaba con otros osos mas pequenos que el.
-¡Hola! Vamos a jugar- dijo el oso Carlos.
-No, no no puedo, soy un perezoso- dijo Norman.
- Te daré ventaja-dijo el oso Carlos.
De repente, el oso Carlos tropezó y se cayó. El perezoso pensó salir corriendo, pero se detuvo y con mucho cuidado levantó a Carlos.
-Perdona que la otra vez no te ayude - le dijo Carlos.
-No importa, yo soy un perezoso- le dijo Norman.
-Si eres perezoso, pero eres un gran amigo- le dijo Carlos.
Idelisses Vargas
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